PERSONAJES

Marcos es un adolescente sensible que trata de hacerse el fuerte, por eso lleva puesta una coraza cuando sale de su cuarto. Sus padres se divorciaron hace tiempo y ese hecho lo desubicó, sin saber por qué se siente triste, con episodios de ansiedad y depresión. Sin embargo, nadie se ha dado cuenta porque no lo miran, es una sombra que se pasea por el mundo. Invisible, hasta que alguien se fija en él. ¿Cómo no enamorarse de quien te ve?

Laura tiene 16 años, cada vez que entra en casa piensa en cómo escapar. En el comedor hay una foto de la boda de sus padres, sonríen y se miran con cariño, pero nada de eso tiene que ver con la realidad. Laura ya no recuerda la última vez que se miraron de esa forma. A medida que sube los escalones que la llevan a su piso, su corazón se acelera, como si se fuera a meter en la boca del lobo. Su mente reproduce conversaciones a gritos de sus padres, quiere detenerlas y no puede. Por eso hace lo posible para alejarse, para no estar en casa.

Ian es una bomba de relojería, puede estallar en cualquier momento, sus compañeros lo saben, por eso se alejan. Un día su madre se fue y sin saber por qué una inmensa bola de rabia fue creciendo en su interior. Sigue leyendo comics de «Dragon Ball», porque quiere averiguar cómo sacar, con un «Kamehamehaaaaa», toda esa ira que lo devora por dentro.

¿Alguna vez te has enamorado? ¿Has sentido la flecha de Cupido entrando en tu corazón y sabiendo que ya nada volvería a ser como antes? Te has parado a preguntarte en qué preciso momento la punta de la flecha ha afectado tus procesos químicos del cerebro y lo ha invadido todo de serotonina, oxitocina y dopamina. Nuestro córtex prefrontal (el que nos ayuda a razonar) baja a límites insospechados. Quizá eso explique por qué el flechazo me llegó cuando vi a mi pareja bailando la Mamushka. Aunque puede que lo que realmente veamos vaya más allá de nuestra percepción y mi cerebro buscara alguien que supiera divertirse para compartir la vida.

Marcos y Laura se encuentran en una «sala de expulsados», seguro que cuando el profesor les indicó que salieran de clase ninguno de los dos tenía ni idea de que en cuestión de minutos se les iba a poner en funcionamiento una cascada química que alteraría su percepción, cuerpo y mente. Y es que no hay droga más dura que el AMOR.

Marcos es adicto a los videojuegos, él no lo sabe, piensa que es normal jugar cinco horas al día y doce los fines de semana. Hay noches que solo duerme un par de horas. Debería dejarlo, pero se convence diciéndose «solo un poco más» y cuando se da cuenta han pasado dos o tres horas. Es curioso, pero jugar no le cansa, la adrenalina sube, su estructura cerebral cambia y obtiene recompensas de placer y motivación, por eso la frase se repite de nuevo: «solo un poco más». Todo empezó cuando sus padres empezaron a llevarse mal, las discusiones y los reproches eran constantes y el Fortnite se convirtió en una vía de escape, estaba en casa, pero en realidad no estaba y eso le producía cierto alivio.

Marcos, Laura e Ian son tres adolescentes que se enamoran por primera vez. ¿Cómo empezar una relación? ¿Cómo gestionar esos sentimientos desbordantes? ¿Cómo lidiar con los celos? ¿Cómo decirle a alguien lo que sientes? Para cada uno es diferente, porque cada uno tiene una historia familiar. En el juego del amor no parten desde la misma casilla de salida, parten en el punto que los han dejado sus padres y estos, a su vez, en el punto que los dejaron los suyos y así sucesivamente.

Hay relaciones que duelen, que oprimen, que pinchan. A veces el amor no lo puede todo, a veces la persona a la que amamos nos hace daño, otras el daño lo hacemos nosotros. Este tipo de relaciones se caracterizan por una mala canalización de la emociones, codependencia, odio, celos y violencia. ¿La madurez emocional se hereda?