En el siguiente experimento te darás cuenta de que tú mismo puedes cambiar la realidad que te rodea. Piensa por un segundo que todas las personas a las que conoces, sin distinción, viven momentos buenos y malos en sus vidas. Sin embargo, los acontecimientos nos afectan en la medida que dejamos que nos afecten. Haz una lista de las personas que conoces, en un grupo pondrás a las personas que se crecen ante la adversidad y que lo ven como una oportunidad para aprender algo o mejorar y en el otro grupo pondrás a las personas que consideran que los demás son los responsables de todas sus penas, que la vida ha sido injusta con ellos y que si las cosas les van mal es por culpa de sus padres, conocidos, profesores, jefes…
Personas con suerte | Personas sin suerte |
¿Qué lista tiene más personas? ¿A cuál te gustaría pertenecer? Una vez más me voy a centrar en la idea de que nosotros escogemos cómo sentirnos ante determinadas situaciones. Te voy a contar varias historias reales que he tenido ocasión de vivir. Estoy convencida de que tú tendrás muchas y sería muy interesante comentarlas en el aula, con tus compañeros, familiares o en la sección de comentarios.
En la primera historia la protagonista es una niña africana, que este verano mi madre acogió en casa. Esta niña, que vino sin apenas nada nos dio una lección de vida a todos los que tuvimos la ocasión de estar con ella ¿por qué?, ¿qué hizo de especial? Nada, no hizo nada en absoluto, simplemente era feliz, disfrutaba el momento, el amanecer, bañarse en una piscina, el parque, ir a la playa, al cine… todo lo vivía con alegría, daba igual que le dieras algo o que no se lo dieras porque lo disfrutaba igualmente.
Desde nuestra perspectiva materialista podríamos pensar que una niña sin recursos, sin la cantidad de comida necesaria o sin la capacidad de acceder a una atención sanitaria adecuada no puede ser feliz, pero lo cierto es que no es verdad. Se puede vivir con poco y ser feliz. Me gustaría matizar aquí que creo que todas las personas del planeta deberían tener acceso a comida, techo, ropa y atención médica, es decir, hay unas necesidades básicas que deberían estar cubiertas. Esta niña, que acabó sorprendida por la cantidad de cosas y facilidades con las que vivimos en algunas partes del mundo (agua corriente, comida abundante, juguetes, casas confortables…) no cambiaría nada de lo que nosotros tenemos por estar con su familia y vivir donde vive. Sin embargo, nosotros pensamos que como no tienen “cosas” no son felices y que a medida que tenemos más “cosas” somos más felices, cuando la realidad es otra: cuantas más cosas tenemos más queremos. Todavía no he oído a nadie que una vez haya obtenido el móvil de sus sueños haya dicho: “ahora soy inmensamente feliz, ya no voy a necesitar nada más en esta vida”. Pero sí que he visto que una vez conseguían un móvil, estaban pensando en el siguiente juego que se podrían comprar o accesorio o “cosa” en definitiva. A través de esta experiencia podemos aprender que las “cosas” no nos dan la felicidad, son las personas las que nos hacen amar la vida. Recuerda estas palabras y cuida a tus familiares y amigos, riega todos los días esa relación como si se tratase de una planta.
La psicóloga Laurie Santos directora del Laboratorio de Cognición Comparativa de Yale afirma que “la cultura del yo” no nos ha hecho más felices, sino que nos ha alejado de ese objetivo.
La siguiente historia que os voy a contar y que también es real es la de un amigo mío. He querido hablaros de él porque es adulto y así podréis observar en qué os podéis convertir si no realizáis ahora los cambios necesarios en vuestra vida, esto no quiere decir que sea demasiado tarde para que mi amigo cambie su forma de ser. Pero es cierto que cuando nos comportamos de una determinada manera y no hacemos nada por remediarlo durante años y años al final se acaba anquilosando, es decir, pegándose a nuestro cuerpo y creando un mundo irreal que nos podemos llegar a creer.
Mi amigo tuvo una adolescencia como la de cualquier otro chaval en un país desarrollado, nada que ver a la vida en África. Proviene de una familia adinerada, así que en principio no tuvo carencias de ningún tipo, sin embargo y ya a esta edad empezó a crearse una realidad insufrible, cada comentario, frase, anécdota… que le dirigían a él y pudiera apreciar una mínima burla, él lo entendía como un ataque, así que empezó a desarrollar una habilidad para memorizar cada uno de estos acontecimientos y recordarlos una y otra vez, analizando todas las posibles reacciones de esa persona. Con esto comenzó a desarrollar una actitud agresiva y rencorosa hacia algunas personas, su nivel de inseguridad se fue incrementado y a pesar de que económicamente podría hacer cualquier cosa, incluso no trabajar, optó por llevar esta vida de odio hacia los demás.
Ahora que has escuchado estas dos historias puedes aprovechar para reflexionar en grupo o tú solo: ¿acostumbras a pedir perdón a los demás?, ¿te cuesta darte cuenta de que te has equivocado?, ¿sueles buscar nuevas salidas para resolver los conflictos?, ¿respetas a los demás?, ¿estás satisfecho con tu vida?, ¿desearías cambiar algo?, ¿qué personas te inspiran?, ¿por qué?
A continuación, coge una hoja en blanco y escribe qué tipo de persona quieres ser, todo lo que te gustaría. Para cada uno de los apartados escribe los puntos que deberías hacer para lograrlo, dedícate unos minutos para imaginarte en tu nueva vida y si no sabes los puntos que debes cumplir puedes pedir ayuda al profesor, orientador de tu centro o un experto en la materia.
Veamos un ejemplo con la siguiente ficha:
Quiero ser una persona cariñosa y amorosa. Pasos:
– Decirle a las personas que amo lo que siento.
– Dar abrazos y muestras de cariño.
– Ayudar a los que lo necesitan….
(y así puedo ir añadiendo en la lista todas las cosas que se me ocurran que puedo hacer para lograr ese objetivo, debes entender que no es una lista cerrada, así que puedes ir añadiendo puntos o quitando otros que habías puesto en un principio). Esta lista también puede incluir deseos de futuro, ejemplo:
Convertirme en periodista. Pasos:
– Continuar con mis estudios.
– Estudiar Periodismo y comunicación.
– Buscar trabajo como periodista.
– Emprender algún proyecto en la red como periodista…
Cuando hayas acabado la lista debes imaginarte con las características que quieres obtener, así que si quiero ser una persona cariñosa me imaginaré dándole un beso o un abrazo a mis seres queridos… Y en el segundo caso me puedo imaginar como periodista con micrófono en mano entrevistando a un transeúnte.
Ahora te toca a ti, escribe tus sueños e imagínate todos los días de esa forma, no debes olvidar que además tienes que esforzarte en cumplir esos objetivos, es decir, si yo quiero ser periodista y me imagino de esa forma, pero luego no soy capaz de seguir con mis estudios o buscar un trabajo orientado en esa dirección no lo podré conseguir. Necesito llevar a la acción mis pensamientos.
Este experimento se puede comprobar con un año o más de evolución dependiendo de los puntos que hayas escogido, así que sería interesante realizarlo a principio de curso y exponerlo a final de curso, para observar los cambios individuales.
Como los resultados se observan a largo plazo te recomiendo que realices un trabajo de investigación, por parejas o de forma individual busca en tu familia, amigos o ejemplos en Internet de personas que lo tenían difícil para lograr sus objetivos, pero que con esfuerzo y dedicación lo lograron.
Con el fin de mostraros un ejemplo os presento a continuación un personaje público, que seguro que muchos conocéis: Juan Manuel Montilla, más conocido como El Langui, que nació con una lesión cerebral provocada por falta de oxígeno durante el parto. En un principio podríamos pensar que esta persona tenía todo a su favor para ser un dependiente, una persona que necesita a los demás para desarrollar cualquier tarea vital, pero Juan Manuel con ayuda de sus padres se convirtió en alguien autónomo, que sigue sus sueños. Me marcó la frase que dio en los premios Goya cuando recibió dos estatuillas: “mis padres no me lo han puesto fácil, me lo han puesto como a los demás”. Comentó también en este discurso que su madre le solía poner el Cola Cao en un estante de la cocina y que él tenía que levantarse y cogerlo, pese a su discapacidad. Esto me pareció la clave, la clave de una buena educación. Como padres debemos darles a nuestros hijos toda la autonomía e independencia que razonablemente les podamos dar.
También quiero remarcar aquí que a Juan Manuel Montilla no le frenó nada a la hora de perseguir sus sueños, para cualquiera de nosotros emprender un trabajo como cantante o actor no es una tarea fácil, pero ¿os podéis imaginar lo que sería par él? Seguro que con más dificultades que muchos de vosotros, y eso no le frenó. Contaba en una entrevista cómo fueron sus inicios en la industria del rap, cómo al subir al escenario tenía que demostrar más que el resto su valía, porque de lo contrario pensarían que estaba allí por pena ¿os podéis imaginar lo que debe ser que te vean así?, ¿qué te dediquen esas miradas y aún así te expongas en un escenario? Nada de esto le paró. Él tenía un objetivo marcado y sabía que con esfuerzo y trabajo, igual que todo lo que había logrado en su vida, también lo conseguiría. Estoy convencida de que El Langui pasó momentos difíciles durante este proceso, pero sabía que lo importante era volverse a levantar, hasta el punto de que a fecha de hoy se le acumulan los proyectos como actor y como cantante.
Así que inspírate en gente como él para seguir tus metas, tus sueños, permítete caerte y levantarte las veces que hagan falta.
Comenta tus logros en este experimento. Te advierto que en este caso hay que ser pacientes. Los resultados los obtendrás, pero quizá pasen meses, puede que años hasta que veas cumplidas tus metas. No desesperes: lo mejor está por llegar.